En nuestras clases tenemos personas: de todas las edades (desde los 18 años hasta los 50 años); de diferentes religiones (católica, evangelista, musulmana, ortodoxa...); de países muy diversos (Marruecos, España, Rumanía, Mali, Nigeria, Cabo Verde...)
Son mujeres y hombres que quieres aprender a hablar, a escribir y a leer en español. Cada persona tiene un nivel pero se apoyan y consiguen sus objetivos creando un grupo en el que se comprenden, se sienten unid@s.
Algunas de estas personas fueron al colegio cuando eran pequeñas, otras no han ido en la vida y es la primera vez que se enfrentan a un cuaderno, a un lápiz, a unas tijeras, a un pegamento, a unos rotuladores...
La vida a veces nos aleja del ámbito educativo y hay gente que necesita una segunda oportunidad. La educación crea personas con la autoestima alta, con ganas de vivir, con fuerza para ayudar a los demás, con capacidad para crear familias estables donde la igualdad es su lema...
El primer día que vienen a clase se sienten seres inferiores y suelen decir: "no sé", "no entiendo", "no puedo". Tienen un peso que no les deja avanzar. Cuando son capaces de entender que con disciplina, con esfuerzo y con ganas, se logra aprender , entonces empiezan a cambiar y comentan "lo voy a intentar" , y ahí está la clave, en luchar por conseguir algo, en no tirar la toalla nada más empezar.
La mayoría son personas agradecidas, que cuando se dan cuenta de que pueden y de que no les vamos a juzgar, salen adelante y van creciendo en seguridad.
En clase aprenden matemáticas, lengua, ciencias sociales, ciencias naturales, geografía y valores. Se respeta la diferencia y se ahonda en lo iguales que podemos llegar a ser. Se aprende a compartir, empatía, a ayudar al que menos sabe, a trabajar en equipo, a dedicarles tiempo a nuestros hijos e hijas, a luchar por la igualdad dando ejemplo, a ser responsables.
Un trabajo precioso cuya recompensa es formar a personas para que entre todas creemos un mundo mejor.
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